Metodología de pensamiento crítico

Apoyándonos en nuestra tradición educativa formamos
personas emocionalmente competentes para el futuro.

Hace tres años, antes de la pandemia, un grupo de profesores del colegio acudió al congreso de metodologías de pensamiento crítico que la universidad de Harvard ofrecía en Navarra. Era la primera vez que el Proyecto Zero celebraba un congreso semejante fuera de sus fronteras en Estados Unidos y era por tanto una ocasión que no podíamos perder para nuestra formación. Las rutinas de pensamiento cayeron de forma tan abundante como el agua de una gran cascada, y por supuesto, nos dejamos empapar con ellas. Una vez de vuelta al colegio, decidimos ponerlas en marcha sobre nuestro propio currículo de ciencias sociales, y como resultado, elaboramos una lección modelo en la que varias de estas rutinas de pensamiento se utilizaban para el campo de la historia y del arte en el Renacimiento, tomando al magnífico cuadro de Holbein de los Embajadores como pretexto.

Si alguien no conoce lo que son las rutinas de pensamiento, la respuesta es relativamente sencilla (aunque engañosa y simplificadora).  Son una batería de preguntas que dirige el profesor hacia los alumnos en torno a un material curricular y con el propósito de crear un hábito mental útil para su aprendizaje. Son lo suficientemente sencillas como para que se puedan aplicar en clase sin una dilatada experiencia previa, y son tan flexibles que el propio docente puede construir la suya propia si con ello alcanza el fin deseado. Nuestra experiencia con las mismas ha sido más que provechosa y gratificante.

 Así que Lola y yo nos animamos a escribir nuestra propia experiencia educativa con las rutinas de pensamientos y llevarlas al VII Congreso nacional de Bilingüismo celebrado en la universidad de Valladolid, junto a una destreza de pensamiento que tenía el COVID 19 y la peste negra como principales protagonistas. Era, como dicen los británicos, un auténtico challenge. Nunca habíamos impartido un taller de una hora de duración en inglés, delante de un auditorio tan exigente y preparado. Pero podemos afirmar que  salimos airosos de la empresa y con la frente bien alta. Lo único que pensamos al acabar el curso era decidir qué era lo siguiente que prepararíamos para el año siguiente, y las ideas, afortunadamente, no nos faltan.

Lola y Ángel con Xavier Gisbert, presidente de la Asociación de Enseñanza Bilingüe de España.

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